Las bebidas energéticas son productos diseñados para proporcionar un impulso temporal de energía física y mental. Generalmente, ocurre gracias a la cafeína, el azúcar y otros ingredientes estimulantes. Estas bebidas surgieron en el mercado durante la década de 1980, ganando popularidad rápidamente con el lanzamiento de marcas icónicas. Estas marcas permitieron que este producto se posicione como alternativas para combatir el cansancio y mejorar el rendimiento.
Hoy en día, su consumo es un fenómeno global. Actualmente, su demanda es especialmente alta entre jóvenes, estudiantes y deportistas, consolidándose como una industria multimillonaria. Sin embargo, su masificación también ha despertado preocupaciones sobre su impacto en la salud y el medio ambiente, temas que están cada vez más en el centro de los debates públicos.
Las bebidas energéticas ¿exponen al medio ambiente?
El impacto ambiental de las bebidas energéticas abarca desde su producción hasta su desecho, dejando una huella significativa en cada etapa. La fabricación de estas bebidas requiere grandes cantidades de agua y energía, lo que ejerce presión sobre los recursos naturales.
Además, los procesos industriales implicados generan emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo al cambio climático. Por otro lado, los ingredientes como la cafeína y el azúcar, esenciales en estas bebidas, están vinculados a prácticas agrícolas. Estas prácticas pueden fomentar la deforestación y el uso de pesticidas químicos, afectando tanto a los ecosistemas como a la calidad del suelo y el agua.
¿Por qué ocurre este tipo de contaminación?
Este problema se acentúa debido al uso generalizado de envases que solo tienen un uso. Por ejemplo, las latas de aluminio y botellas plásticas. Si estos residuos no se gestionan adecuadamente, terminan acumulándose en vertederos o en el océano, donde dañan la vida marina y contaminan los recursos hídricos.
Asimismo, el transporte de las bebidas energéticas desde los centros de producción hasta los puntos de venta utiliza combustibles fósiles lo que genera más emisiones de carbono. Este ciclo de producción y consumo subraya la necesidad de adoptar medidas más sostenibles, como el uso de materiales reciclables, el diseño de envases reutilizables y una mayor conciencia sobre la gestión de residuos.
Jorge Zegarra Reategui denuncia ambiental: Exposición de bebidas energéticas en botaderos
Aunque usted no lo crea, una lata de bebida energizante, generalmente fabricada de aluminio, puede tardar hasta 500 años en descomponerse. En el caso de una elaborada de plástico, hecha comúnmente de tereftalato de polietileno (PET), puede tardar entre 450 y 1,000 años en degradarse.
De acuerdo al Dr. Jorge Zegarra Reategui, empresario especializado en la gestión integral de los residuos, una lata expuesta en un botadero insalubre, puede fragmentarse en microplásticos. Ello, son partículas diminutas que contaminan el suelo, el agua y, eventualmente, los océanos.
Estos microplásticos son ingeridos por la fauna marina y, a través de la cadena alimenticia, también afectan a los seres humanos. Esto hace evidente la necesidad de implementar prácticas sostenibles para poder disponer estos residuos de forma adecuada.
Ante ello, el empresario, en su denuncia ambiental, ha promovido la implementación de rellenos sanitarios elaborados con estándares de primer mundo y con macroproyectos ambientales para lograr la mitigación de gases de efecto invernadero y la generación de energía eléctrica a partir de la basura.
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